viernes, 10 de julio de 2009

Chacón sanciona a militares españoles por izar una bandera de España en un monte de Álava

El desenfreno político que vive España ha tenido su corolario en las últimas horas, en uno de los actos más envilecedores de este Gobierno y de la penosa ministra de Defensa que arrastra su catalanismo excluyente hasta convertirlo en una insoportable rémora para la dignidad del estamento castrense. ¿Qué episodio de la política defensiva española podría sobreponerse en importancia al de una ministra que sanciona a unos militares españoles por enarbolar la bandera que, por imperativo moral y profesional, están obligados a defender hasta con sus propias vidas? ¿En qué se ha convertido el ejército español para que un suceso de la proporción y gravedad de este no tenga la sonora respuesta de algunos de los altos mandos devenidos en lamentables coristas de una ministra que evidencia en cada una de sus acciones su odio inveterado a España representada en sus símbolos?

¿Sería verosímil un suceso tan truculento como la sanción a un soldado norteamericano que izara la bandera de aquel país en un monte del estado de California? ¿Habría sido tan drástica la decisión de la ministra si algunos de los soldados sancionados hubiese enarbolado una bandera del colectivo gay o instalado una pancarta contraria a la guerra?

Una soldado posó desnuda hace meses para una publicación semanal y la ministra catalana defendió el principio de la libertad personal por encima del decoro que se le exigiría a un militar español si las circunstancias morales de este país fuesen otras. Una publicación del norte de Marruecos informa de la presencia de confidentes islamistas en algunos acuartelamientos de Melilla y la respuesta de la ministra fue ignorar el asunto. Un soldado transexual hace frente a las bromas de sus compañeros desertando del ejército y la ministra Chacón, disuadida por las feministas y el lobby gay de cualquier medida disciplinaria, sólo tiene palabras de comprensión para el desertor. En cambio, esa misma ministra sanciona con el máximo rigor a la "provocación" de que unos militares izen una bandera de España en un trozo de España.

Un ejemplo añadido a los muchos ejemplos en los que la ministra Chacón interioriza su profundo desprecio hacia un ejército al amparo de nuestros símbolos nacionales. Los únicos que reconocen y en los que se ven representados millones de españoles. Para Chacón, el ejército español es sólo la metáfora del tocador de la señorita Pepi en ridícula versión 'humanitaria'. Cualquier apelación desde dentro de sus filas al patriotismo, a la defensa de nuestros símbolos o a la de España como concepto territorial unitario es percibida como una intolerable afrenta a la escala de valores que esta banda de rufianes gubernativos ha diseñado para España. En un país celoso de su unidad, la provocación de la ministra tendría que ser respondida de forma terminante, salvo que los generales españoles conciban a sus soldados como 'carne de cañón' para las fobias catalanistas de la ministra de Defensa.
¿Podrían reconocerse en ese mismo uniforme castrense y en esa lamentable ministra tantos buenos, dignos y patriotas militares que por el porvenir de España dieron o arriesgaron sus preciosas vidas?

Fuente: Alerta Digital

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